Marambio y Rojas fundaron Miami Baila Dance Studio. Voces de Florida les presenta su historia de superación y adversidades.
Por: Jescenia Dovale Del Toro
Los “dos pies zurdos” de Alejandro Marambio no fueron una limitante para que aprendiera a bailar a sus más de 40 años. Sus ganas, no solo se quedaron en moverse al son de la salsa. Se extendieron hasta contagiar su pasión a quienes enfrentan lo que fue su frustración.
Y es que este chileno que llegó a los Estados Unidos, en los años ochenta, es el fundador de Miami Baila Dance Studio, una academia que ha puesto a bailar a personas de diversas latitudes.
Marambio recuerda que en su natal Chile las mujeres bailaban solas. “Ellas se movían y el hombre si acaso se les acercaba elevando su trago en la mano a darles una vuelta”, dijo. “El chileno no baila, no tiene costumbre de bailar. La salsa era vista de bajos mundos” reafirmó.
Antes de residenciarse en Miami, Alejandro consolidó su hogar en New York. Dejó de lado las rutinas y decidió aventurar al entretenimiento. Iba a los club y a las discotecas con amistades y me quedaba sentado. New York es la meca de la salsa y ves cómo todos bailan. Una noche quedé impactado de ver cómo un tipo se robaba las miradas en la pista. Cuando terminó me le acerqué y le pedí que me enseñara”, contó.
Aquel bailarín de la disco le dijo a Marambio que no daba clases, pero lo refirió a una academia. “Aprendí, lo disfruté, pero nunca vi el baile como negocio hasta que me mudé a Miami. Y me pregunté: ¿Ahora qué hago?”.
En el despeje de su incógnita, ya Alejandro le hacía seguimiento al perfil de un nuevo socio. Rentó un local ubicado en La Pequeña Habana, y de inmediato contactó a quien ahora es su mánager, instructor y mano derecha. De esta manera, llegó Hazael Rojas a Miami Baila Dance Studio.
Americano, de ascendencia dominicana e hijo de pastores de iglesia cristiana; Rojas sí lleva el baile en las venas. Sin métodos, su primer escenario fue la calle. “Solo tenía que ver cómo otros lo hacían y el baile me salía natural”, asegura Hazael, mientras recuerda que debía escaparse a las normas de su padre para ir detrás de su pasión.
El mánager de Miami Baila, quien desde los 21 años se desempeña como bailarín profesional, midió el pulso de Miami para moverse en los géneros de la salsa y la bachata y comenta: “Al latino, a diferencia del coreano, del indú o del resto de las personas de otros continentes, le cuesta menos aprender la salsa porque está acostumbrado a escuchar estos ritmos caribeños, pero su inconstancia lo retrasa en sus objetivos”.
Rojas recientemente fue invitado a dar una clase en una clínica para pacientes con enfermedades mentales. “Fue una experiencia muy motivadora porque reafirmamos que bailar es una terapia que te permite ir contra el estrés y la ansiedad que tanto nos agobia en esta ciudad”, señala de los beneficios del baile.
Después de poner a Miami en movimiento, tanto Alejandro como Hazael creen que para bailar no hay excusas: “Si tú puedes caminar, puedes bailar”.
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